La vegetariana de Han Kang: un grito a la libertad y la incomodidad
¿Qué sucedería si un día decides dejar de comer carne y, de paso, abandonar el juego social que todos tenemos establecido? Esto es lo que hace Jeong Hye, la protagonista de La vegetariana, quien, tras un sueño perturbador, decide despojarse de la carne en sentido literal y metafórico. Lo que comienza como una simple decisión dietética se convierte en un acto de rebeldía que sacude su entorno y desmorona su mundo. Su marido, quien la eligió por ser anodina, no comprende su alejamiento de las expectativas sociales. Su padre, un patriarca de manual, intenta doblegarla por la fuerza. Y su cuñado… bueno, lo de su cuñado es un caso aparte.
Dividida en tres partes y narrada por aquellos que rodean a Jeong Hye, la novela es un descenso visceral en el que la línea entre cuerpo, espíritu, locura y cordura se desdibuja. La vegetariana no es solo una historia, sino un golpe directo al lector, que le obliga a reflexionar sobre el consumo, lo que nos consume y el significado de la libertad en un mundo que impone sus reglas sin descanso. Es una lectura que incomoda en el mejor de los sentidos.
«La sensación de que ella nunca había realmente vivido en este mundo la sorprendió. Era un hecho. Nunca había vivido. Incluso cuando era niña, hasta donde podía recordar, no había hecho nada más que soportar.» (Han Kang)
Han Kang: la escritora que incomoda con elegancia
Antes de adentrarnos en el corazón de la obra, conviene conocer a su autora. Han Kang nació el 27 de noviembre de 1970 en Gwangju, Corea del Sur, en una familia con fuerte raíz literaria. Su padre, Han Seung-won, es un novelista reconocido, por lo que creció rodeada de historias y palabras. A los 10 años se mudó a Seúl, donde forjó su identidad como escritora y aprendió el arte de incomodar con elegancia.
Su primera obra, El amor de Yasu (1994), pasó desapercibida fuera de Corea, pero sentó las bases de su estilo. Su reconocimiento internacional llegó con La vegetariana, novela publicada en 2007 pero que explotó mundialmente en 2016 tras ganar el Man Booker International Prize. En 2024, su relevancia alcanzó un nuevo nivel al recibir el Premio Nobel de Literatura. A pesar de su fama, Han Kang sigue viviendo en Seúl, donde escribe, enseña y probablemente se divierte viendo cómo nos incomodan sus textos.
El simbolismo de La vegetariana: mucho más que una crítica al patriarcado
Superficialmente, La vegetariana se puede leer como una denuncia del patriarcado, algo evidente en la relación de la protagonista con su padre, su marido y su cuñado. Sin embargo, reducir la obra a una crítica feminista es quedarse en la superficie. Han Kang no es Chimamanda Ngozi Adichie; su trasfondo y su intención van más allá. Lo que realmente plantea La vegetariana es una reflexión sobre la libertad individual y los límites impuestos por la sociedad.
El rechazo de Jeong Hye a la carne es un símbolo. No se trata solo de una decisión alimenticia, sino de un grito desesperado que dice al mundo: «Dejadme en paz». Pero nadie la deja. No solo su familia masculina, sino también su madre y su hermana, quienes intentan reinsertarla en la norma social. Nadie le pregunta por qué ha tomado su decisión; simplemente intentan hacerla comer de nuevo, como si con ello pudieran restaurar el orden.
Uno de los momentos más impactantes es cuando Jeong Hye, completamente destrozada, grita: «¿Por qué no puedo morir?». Es una frase que condensa la esencia de la obra: la desesperación absoluta ante un mundo que no te permite existir fuera de sus reglas.
«¿Es cierto que los seres humanos son fundamentalmente crueles? ¿Es la experiencia de la crueldad lo único que compartimos como especie?» (Han Kang)
Un estilo narrativo minimalista y evocador
El estilo de Han Kang se distingue por su minimalismo narrativo. Con pocas palabras, logra expresar ideas y emociones complejas. En lugar de describir en exceso, sugiere, evoca y deja espacio para que el lector complete los vacíos. Esta capacidad de insinuar sin mostrar de manera explícita es una de las razones por las que ha sido multipremiada.
En manos de otra escritora, La vegetariana podría haber caído en lo grotesco o lo escatológico, pero Han Kang evita el sensacionalismo y opta por la sutileza. En lugar de explotar el horror de la situación, lo presenta de manera aséptica, casi como una cronista imparcial. Esto refuerza la sensación de aislamiento y alienación que sufre la protagonista.
La novela se divide en tres partes, cada una narrada desde la perspectiva de un personaje diferente: su marido, su cuñado y su hermana. Esto refuerza la idea de que Jeong Hye no tiene voz propia; su historia nos llega a través de los ojos de los demás, lo que aumenta la sensación de opresión.
La vegetariana: una obra universal
Uno de los mayores logros de Han Kang es haber convertido La vegetariana en una obra universal. Su historia trasciende géneros, países y discursos políticos. No es un manifiesto feminista ni una denuncia social directa, sino una exploración filosófica sobre la libertad, la identidad y la imposibilidad de escapar de las normas impuestas.
En el último capítulo, la hermana de Jeong Hye conversa con su hijo, quien utiliza una metáfora sobre alas y libertad. Este pasaje condensa el verdadero mensaje de la novela: la sociedad nos moldea desde la infancia, pero nacemos con una visión pura, libre de prejuicios. La vegetariana nos recuerda que la mayor rebeldía no es luchar contra el sistema, sino negarse a jugar su juego.
Conclusión
La vegetariana es una obra perturbadora, hermosa y llena de simbolismo. Su minimalismo narrativo, su evocación poética y su profunda reflexión sobre la libertad la convierten en una lectura imprescindible. No es un libro cómodo, pero precisamente por eso es necesario. Nos obliga a enfrentarnos a lo que consumimos, a lo que nos consume y al precio que pagamos por intentar ser libres.